¿Te apuntas a una partida a la ruleta rusa climática?

Primero te cuento un poco cómo va el juego, y luego tú ya decides si te apuntas, ¿vale?

Lo de la ruleta rusa climática viene a ser así: en cada ronda, mantenemos 10 años más nuestra civilización industrial. Esto nos permite mantener nuestra economía basada en el crecimiento infinito, y, en lo esencial, el estilo de vida al que nos hemos acostumbrado, durante 10 años más. Esa, con todas sus pegas (boinas…), es la parte buena. Luego está la parte mala: en cada ronda, suben un poco la concentración de CO2 en la atmósfera, sube un poco la temperatura promedio del planeta, y sube un poco el nivel de los océanos. (¡Si vives en la costa, no te pierdas este simulador!) Los cambios graduales de temperatura y lluvias, sumados al desplazamiento de la linea costera, significarán para los ricos pagar un coste de adaptación cada vez más alto. Así que no era del todo cierto lo de mantener el estilo de vida, pero bueno, esto lo tenemos (casi) controlado. Para los pobres, como siempre, será mucho peor: estos cambios graduales implicarán cada vez más escasez y más migraciones masivas. Esto también lo conocemos: simplemente, en cada ronda la situación será algo más dramática. La guerra por los recursos ya existe, así que esto, aunque sea trágico, ya lo conoces. A estas alturas te tengo que confesar lo que en realidad ya sabes: es tarde para decidir si te apuntas a unas rondas de ruleta rusa climática, porque desde que naciste estás jugando una partida. De hecho, seguiremos jugando a este juego mucho después de que hayan muerto tus hijos, si los tienes.

Vale, pero ¿por qué a esto, que es el cambio climático que ya conoces, le llamo ruleta rusa? Aquí viene lo emocionante, y estoy seguro de que esta parte de las reglas no la conoces. Resulta que, y esto sí te sonará, el clima es un fenómeno complejo. Así, el clima está plagado de fenómenos no lineales: bucles de retroalimentación, sistemas biestables, reacciones explosivas o en cascada… colapsos. Son como los fuegos artificiales del cambio climático: súbitos, violentos, espectaculares y que golpean con fuerza irresistible cuando menos te lo esperas. Igual esta no es tu experiencia con los fuegos artificiales; digamos que son como los fuegos artificiales si eres un pájaro pasando por la zona equivocada del cielo.

Esto quiere decir que, además de la parte comparativamente sencilla de predecir («tanta subida de CO2 conlleva tanta subida de la temperatura y tanta subida del nivel del mar») hay otros resultados que posiblemente costarán la vida de millones de personas, y que resultan muy difíciles de predecir en detalle. Esta es la ruleta rusa climática: en cada ronda, si ganas, mantienes algo que se parece a la civilización industrial actual, con su crecimiento económico infinito (para algunos) y el estilo de vida que conocemos… salvo por las pegas del calentamiento global. Si te toca la bala, pues pasan cosas bastante más graves y bastante más deprisa. Sabiendo esto, al menos a mí me apetece menos seguir con la partida.

¿Por qué estoy seguro de que no conoces las reglas del juego? ¡Porque no se conocen! A día de hoy, los mejores cálculos se limitan a predecir el riesgo de que tengan lugar estos colapsos según el número de grados que hagamos subir la temperatura de la caldera en la que vivimos. Hace un mes se publicó en los Proceedings of the National Academy of Sciences una revisión bastante general de estos cálculos. En resumen, la cosa está fea: incluso si la subida es solo de 2 grados centígrados en la temperatura media del planeta, el riesgo de que vivamos al menos uno de estos colapsos está entre un 33% y un 50%, según las estimaciones. Y, como en la ruleta rusa, cuantas más balas metas en la pistola y cuantas más rondas juegues (en este caso cuantos más grados subamos la caldera y cuantos más años pasen), más probabilidades tienes de encontrarte con una sorpresa desagradable.

Lo peor es que nos va a llevar un esfuerzo comparable al de una guerra mundial el no rebasar esos 2 grados. Una movilización ciudadana sin precedentes, acuerdos políticos de enorme solidaridad entre estados… y, probablemente, dejar de practicar el capitalismo tal y como lo conocemos. Por las buenas o por las malas: el tiempo de las reformas se nos está acabando, y para sobrevivir pronto nos tocará hacer cambios radicales. Y recordemos que, incluso por debajo de esos 2 grados, el riesgo de que sucedan a lo largo de tu vida uno o varios fenómenos explosivos es mayor que el riesgo de que te toque una bala al jugar una ronda de ruleta rusa, algo que a la mayoría nos parece inaceptable.

Más esperable es, por el camino por el que vamos, superar holgadamente los 4 grados de incremento de temperatura media del planeta. A eso vamos si no detenemos barbaridades climáticas como el TTIP. Y, desde luego, lo de las movilizaciones sin precedentes y los cambios políticos y económicos radicales no son opcionales: por las buenas o por las malas, la forma de vida actual caerá. Mucha más solidaridad… o mucha más violencia, si mantenemos el capitalismo y dejamos que unos pocos acaparen el poco bienestar que quedará después de una última generación de saqueo: eso depende de nosotros. Por cierto, por encima de 8 grados, las probabilidades de fenómenos extremos se disparan.

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