De qué hablo cuando hablo de la realidad

Cuando escribo (sobre expertos, sobre bulos…), hago frecuentemente referencia a la realidad. Este es un concepto escurridizo, si nos ponemos a discurrir en planos de abstracción elevados (el «pienso luego existo» y el «solo sé que no sé nada«). Pero para distinguir a expertos de charlatanes, basta con referirse a la realidad como aquello que podemos definir, aquello sobre lo que es fácil que dos personas se pongan de acuerdo. Algo que permite verificar predicciones teóricas y cuantificar efectos experimentales.

La realidad que viviremos la inmensa mayoría de quienes leemos este texto es que mañana saldrá y se pondrá el sol. Eso lo damos por obvio. Entrando en más detalles, la realidad también es que, si estás en una playa de Valencia un 1 de diciembre a las 8 de la mañana, y miras hacia el Mediterráneo durante unos minutos, ves amanecer. Esto yo no habría sabido decirlo sin ayuda. Afortunadamente, hay personas que han desarrollado métodos para calcular la salida y puesta de sol en cualquier fecha y punto del mundo. Y resulta que esos métodos funcionan bastante bien. En la realidad.

La realidad es que si dejas caer desde una mesa normal una taza de porcelana sobre un suelo de gres, la mayor parte de las veces se romperá al caer. Y si en cambio lo que dejas caer es un vaso de plástico sobre un suelo de madera, la mayor parte de las veces no se romperá al caer. A las personas que se especializan en ciencia y tecnología de materiales hemos de agradecer el tener hoy en día tantos materiales con propiedades interesantes, que nos permiten a su vez desarrollar todo tipo de tecnologías útiles.

La realidad es que las vacunas no causan autismo, que el virus del SIDA existe. La realidad es que el agua no se imanta. La realidad es que lo que vemos tras los aviones son estelas de condensación: agua. La realidad es que la homeopatía no tiene más efecto que el placebo y rezar a un santo tampoco. La realidad es que una colección de anécdotas, el amimefuncionismo, no tienen la misma capacidad para determinar lo que es real que un estudio de doble ciego, ni un estudio único tiene la misma capacidad que un metaestudio.

Hay hordas de personas que se hacen pasar por expertos y que no lo son. Personas que nos cuentan, o bien mentiras a sabiendas, o bien sus ideas equivocadas, haciéndolas pasar por reales. Insensatos e insensateces que causan un grave daño social y terribles dramas personales.

En definitiva, lo que es real no lo es porque te lo diga un experto: la realidad está ahí para que la verifiques. Ahora bien, en los casos en los que no sé, no puedo o no quiero comprobar un hecho por mí mismo, siempre puedo leer con ojos críticos lo que han escrito los expertos en ese campo. Las personas que de verdad son una autoridad en su materia. Si sé poco, me habré de conformar con la divulgación y me podré fiar menos de lo que entienda. Pero cuanto más aprendo, o si conozco a alguien que sabe de verdad, más cerca estaré de poder acceder al mejor conocimiento del que dispone la Humanidad sobre ese aspecto concreto de la realidad.

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